domingo, 21 de julio de 2013

Sentimientos Glaciares


Abro la ducha para lavar los vestigios de la noche anterior. El perfume de tu cuerpo sigue en mi piel. El aroma de tu cabello llena mi cabeza. En mi cama sigue tirada la remera que me pediste la noche anterior. Las sabanas intentan guardar aún el calor de tu cuerpo. Arrugadas como un sabio, dejan entrever la silueta de tu cuerpo. El calor de la noche parece congelarse frente al frío matinal. Ese que parece avanzar como una epidemia. Congelando y enfermando todo lo que se le atreve a enfrentar. No frena frente a vos. Congela tus palabras a medida que tu mente crea las oraciones.
“Uno se crea ilusiones, mejor sigamos como siempre”.
Él parece acercarse a mí. Yo me protejo. El calor de mi corazón es más fuerte. Entro en la ducha caliente. Allí los pensamiento caen sobre mí como el agua sobre mi cuerpo. ¿Soy el último con calor en esta era de sentimientos glaciares?. No quiero terminar en el museo de tus recuerdos. Primero donaría mi ser. Prefiero ser parte de alguien más. Le dejaría mi inteligencia a quienes no notaron la belleza oculta en los ojos, la hermosura en una sonrisa. Mi olfato a aquellos que jamás sintieron el perfume de una mujer. La fuerza de mis brazos a los que nunca tuvieron la necesidad de calentar en un fuerte abrazo a la más frías de las noches. La juventud de mis piernas para los que no corren detrás de sus sueños. La suavidad de mis labios para los que nunca sintieron los susurros perdidos en los besos. Mi mirada al ciego que nunca vio la belleza detrás de la apariencia. Mi tacto para los que no supieron notar la suavidad de la piel de una mujer. Mis sensaciones a los que nunca sintieron mariposas en el estómago. El calor de mi aliento para quien nunca fue capaz de exhalar de satisfacción al alcanzar su sueño o inclusive a suspirar por ello. Daría todo de mí. ¡Todo!. Pero no mi alma. No puedo. No por egoísmo. No por melancolía. Sino simplemente, ¡porque es tuya!

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